domingo, 29 de noviembre de 2015

Diatriba de una mala feminista

Hace un buen número de años decidí llamarme feminista. Digamos ramplonamente que empecé a enunciarme como tal cuando dejó de parecerme "normal" e "inevitable" el ensañamiento que esta humanidad tiene con las mujeres, especialmente con algunas de ellas. La obsesión con desaparecernos, explotarnos, atacarnos, violentarnos, controlarnos, limitarnos, entre otras, me produjo un nudo en la garganta y en las tripas. Después de eso los nudos se multiplicaron, las angustias, las dudas. Nada mejoró. Pero ahí vamos, cuando menos tratando de hacer algo transformador con mi propia vida.

Eso creía yo hasta el día en que me encontré de frente con una vieja conocida feminista, una mujer a la que he admirado por su carácter fuerte, su compromiso, sus conocimientos, su trabajo; por tener esa voz contundente, ese humor ácido, esa expresión de MeImportaUnCarajoNoCaerleEnGracia que nos hace falta a muchas. Aunque los escenarios que nos han permitido cruzarnos en la vida no son precisamente los del intercambio amistoso, la admiración y el respeto que siento por ella me han hecho brindarle un saludo sincero en cualquiera de nuestros encuentros. Pues bueno, en el último de estos ella llegó para anunciarme que soy una mala feminista.

Con vestido corto y fucsia, tacones, maquillaje, aretes grandes. Así iba yo cuando me la encontré. Antes de siquiera responderme el saludo, después de una mirada "de arriba a abajo" emitió su sentencia "Pero qué disfrazada está hoy, vestida de niña". "A mí me gusta harto disfrazarme", le dije, porque aun hoy sigo sin entender sí el suyo fue un insulto o un comentario suelto. Conociéndola como la conozco, y dado que no somos amigas de tanta confianza, estoy por entero convencida de que lo suyo no pretendía ser un halago.

Finalmente no supe si estar "vestida de niña" equivalía al insulto que le gritaban a los niños en el colegio cuando corrían mal, eran "torpes" o se negaban a darse en la mula contra el mundo. Me quedó difícil saber si su mirada y su frase fueron más o menos agresivas que los piropos callejeros que tenemos que soportar todos los días, o las miradas machirulas con las que nos recuerdan que si nos ponemos "minifalda y medias veladas" algo nos puede pasar y la culpa será solo nuestra. También si nos vestimos de monjas, porque ¡qué hábitos tan tentadores!

Digamos que tampoco tuve la pericia para saber sí su comentario fue menos desesperanzador que los ambientes laborales en los que mi trabajo, por más esforzado y de calidad que llegue a ser, material y simbólicamente vale menos que el de cualquier sujeto con pene y apariencia de "niño grande". También me quedó difícil detectar sí con la frase pretendía ella recordarme que las mujeres tenemos prohibido vestirnos como se nos da la gana; y hacer lo que se nos da la gana, por supuesto.

En este mundo pasan cosas más graves que un vestido fucsia y unos tacones. Vale la pena dirigir nuestros comentarios agresivos, rabiosos, insidiosos hacia quienes día a día nos joden. La palabra sororidad y el trato "enmelocotado" entre mujeres como norma me  generan desconfianza, pero creo que ya está bueno de hacer miraditas de colegio porque las otras se ven como "un machito" o "como una niña", porque se cuelgan piercings hasta las tetas o no se los cuelgan, se echan pestañina y sombras, o no se las echan, porque se revuelcan con veinte manes o viejas, o no se revuelcan con nadie, porque son poliamorosas, o porque la monogamia es lo suyo.

Lo personal es político dice la vieja consigna. Personalmente creo que es hora de ajustar los sensores: mientras mi labialito rosa las escandaliza, ponerle labial rojo a cualquier ex presidente de ultraderecha se vuelve un signo anti violencia contra las mujeres. Estos no son tiempos para andar ocupadas juzgando el atuendo de la otra.

Aquí se va esta mala feminista, disfrazada de niña, a soñar con un mundo en el que ni en la calle, ni en la cama, ni en el pasillo de una reunión de feministas, su apariencia "de niña" sea un motivo de agresión.


3 comentarios:

  1. MaE! Me he dado cuenta que escribiste porque Mandarina Ácida te postió en Facebook. Y qué gran noticia. Me he vuelto a encontrar con tus escritos deliciosos que no dan concesiones a los halagos sino que son ácidos y efervescentes. ¡Qué viva tu escritura!

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  2. Usted es una mala feminista, jajaja, ahi comió de su cocinado (o tuvo una cucharada de su propia medicina, para que no me diga machista), fue juzgada por una feminista de la misma manera en la que usted juzga a otras personas, particularmente hombres en su vida, siendo agresiva con su lenguaje y sin bajarlos de "machitos", es triste lo que le paso pero también sirve para que usted no se lo haga a otros y reflexione sobre su particular forma de menospreciar a las personas solo por tener pene

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