domingo, 7 de mayo de 2017

Historias de letras

J., por oposición, me enseñó que nunca, nunca, podía permitir que alguien me dijera qué hacer o cómo verme. Con E. aprendí que no debo quedarme donde no pueda conversar y reír por horas. También trajo muchos libros que aún hoy conservo en mi lista de favoritos, el amor por las tardes de cine y la salsa. A. fue un ave de paso. Trajo a mi vida las series y los pomodoros. Con ella aprendí a irme de manera tranquila. También hubo presencias menos significativas. M. trajo una escena eclipse-porro-orgasmo que nunca olvidaré. Con CA. y AA. la vida me mostró que debo confiar en mis instintos de huida. AS. no me enseñó mayor cosa, pero estuvo bastante bien. D. llegó con la comida, el agua y el poder de los abrazos. Las historias de otras letras no alcanzan ni para pie de página. Lo cierto es que a cada una le llega su hora de re acomodarse para formar otras palabras e historias. Bien llegadas y bien idas todas. Gracias.

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